Telemetría

Dedico esta entrada a aquellos amantes de lo técnico que les gusta realizar experimentos prácticos que comprenden áreas de la ciencia. La telemetría es un sistema de almacenaje de datos a distancia. Consiste en recoger la información sobre cómo se comporta un objeto, para analizarla y realizar un estudio. Estos estudios son de gran utilidad ya que son capaces de contrastar el rendimiento de dicho objeto en diferentes situaciones. Sin embargo, no solo consiste en recibir información. También sirve para dar órdenes a un dispositivo para que las ejecute. Esto se conoce como radio control o control remoto. Debido a su utilidad podemos afirmar que es una magnífica herramienta, puesto que nos permite controlar la información de una actividad de forma precisa.

Actualmente  es un sistema con numerosas aplicaciones. Con él podemos configurar una gran variedad de dispositivos, como son los coches de radio control, el mando de la tele… Además es de gran utilidad para el mundo del deporte, ya que se utiliza en el motociclismo, el automovilismo de competición y demás deportes que requieren máquinas deportivas. También se utiliza en la biomecánica, la cual analiza el comportamiento del cuerpo humano frente a determinadas actividades físicas.

Personalmente, como corredor de ciclismo de montaña, me es de gran utilidad para configurar mi propia bicicleta de competición de un modo u otro, en función de las condiciones del terreno. Espero haber aclarado lo que hay detrás del funcionamiento de los muchos sistemas que complementan aspectos de la vida cotidiana. Por lo menos ya sabéis que no son magia.

Joaquín R.

Días nublados

En un día encapotado,

los pájaros permanecen callados,

los niños juegan despreocupados

en el parque, siempre bien abrigados.

 

La inesperada tristeza,

llega con demasiada fuerza,

dejándome solo con preocupación,

en el centro de mi corazón.

 

La lluvia comienza a resbalar,

sobre las cálidas miradas infantiles.

Ellos aún no saben lo que es amar,

y que éste te deje cicatrices.

 

Las nubes se alejan para los infantes,

pero en mis ojos sigue chispeando.

El cielo se mantiene encapotado,

mi dolor permanece, sigue palpitante.

 

Pablo Q.

Lo más difícil de un blog

Mucha gente, de manera habitual, no repara en gastos de luz. Con esto me refiero a que no están acostumbrados a pensar y que se les encienda la bombillita de las ideas en la cabeza cada vez que quieren hacer algo. No innovan. Si hay algo que de verdad destaca hoy en día es la originalidad. Esto es, en el ámbito escolar, en el profesional, etc. Una entrada de blog puede tratar sobre una gran variedad de cosas: desde la astrofísica o la física cuántica hasta lo más profundo de la filosofía moderna, pasando por la música y el arte.

A continuación, os voy a dar una serie de ideas sobre qué escribir: sobre el arte de Stairway  to Heaven, de Led Zeppelin; sobre la Teoría de Cuerdas y las diez dimensiones del universo; sobre Sócrates y por qué estuvo preso en Atenas; sobre la paradoja de los Gemelos, de Einstein; sobre la desaparición del pueblo Maya en Centroamérica, sobre si es Nirvana el mejor grupo de Rock de la historia (esto no es discutible, no escribáis sobre esto); sobre si la teoría del Evolucionismo de Darwin está completa o no; sobre senos y cosenos e incluso, para los más atrevidos, están las tangentes; sobre si el BMW pintado por Jeff Koons es bonito o no; sobre Keppler y sus leyes aplicándolas a los agujeros de gusano; sobre Romeo y Julieta o Shakespeare; sobre San Josemaría Escrivá de Balaguer; sobre si Trump es un buen candidato para el gobierno de EEUU; sobre los números complejos; sobre si Queen es, en verdad, Rock; sobre si las palomas cogen el Metro…

Hay un abanico de temas muy grande del cual elegir. Yo, sinceramente, animo a cada lector de esta entrada a que coja, aunque sea, una pizca de inspiración para crear su propio arte y ser protagonista de sus actos, su vida y su personalidad, todos únicos en este mundo tan monótono.

 

Borja D-G

Espíritu de clase

 

 

A lo largo de esta entrada hablaré de algo necesario e imprescindible para cualquier clase de primero de bachillerato, el espíritu de clase. Este es un término que utilizo para nombrar ese objetivo común que persiguen todos los miembros de esta, esa “piña” que se crea entre ellos.

 

En la clase de bachillerato internacional tecnológico no existe ningún tipo de espíritu de clase, ni algo que se le parezca. En lugar de esto, tenemos a personas que van “a su bola”, que solo piensan en ellos mismos, no les importan los problemas que tenga el compañero de al lado, para ellos solo existe su media, y nada más.

 

En mi opinión, si las personas que son capaces de obtener mejores calificaciones se preocupasen por ayudar a los demás, conseguiríamos un mejor rendimiento.

 

Otro factor importante en el funcionamiento de una clase, son los profesores. Hay muchos profesores (no daré nombres), que parece que dan clase única y exclusivamente a una pequeña minoría de alumnos, los cuales resultan coincidir casualmente con los que mejor media tienen.

 

Estoy totalmente seguro de que si entregase un trabajo firmado con el nombre de Guillermo García, obtendría una peor calificación que un alumno que saca notas más altas que yo, entregando el mismo trabajo los dos.

 

A pesar de haber escrito esta entrada, pienso que nuestra clase tiene cosas muy buenas. Simplemente es una crítica constructiva.

 

Guillermo G.

La sensación

 

 

Giro mi cabeza hacia la izquierda, unos sesenta grados. Veo a través de la ventana, siempre que estén las mugrientas y descoloridas cortinas abiertas, un tejadillo. Sobre él, se encuentra un número interminable de objetos variados (cuya procedencia desconozco), entre ellos puedo observar; bolígrafos, lápices, estuches, una chancla, un guante de portero de la mano izquierda… Supongo que todo esto habrá sido fruto de tardes locas de diversión de los inmaduros alumnos de los pisos de arriba.

 

Si enfoco la mirada un poco más arriba, encuentro el despacho de los profesores de tercero, cuarto y quinto de primaria, suele estar vacío, y cuando hay profesores, parecen estar sumidos en un silencio sepulcral.

 

Casi todo el tiempo que miro por la ventana, veo a niños pequeños jugando y correteando por el colegio. Estos hacen que yo recuerde aquella época en la que éramos pequeños, cuando jugábamos al fútbol en el recreo, al escondite, a las peonzas… ¡Qué tiempos!

 

Al dirigir la mirada un poco a la derecha, puedo ver el “Olímpico de Retamar”, el campo de fútbol. Este nos sirve como válvula de escape de las clases aburridas a los alumnos que estamos pegados a la ventana. Me hace rememorar los grandes momentos que he pasado en ese terreno de juego.

 

Mientras estoy hipnotizado con el paisaje exterior, oigo que alguien pronuncia mi nombre, vuelvo a girar la cabeza y descubro que sigo en clase de física, me deprimo y lloro desconsoladamente por dentro.

 

Guillermo G

La entrada

 

A lo largo de esta entrada hablaré sobre algo que para mí es muy importante. Estoy convencido de que a muchos de los que la leáis no os importará lo más mínimo. Siendo optimista, calculo que la leerán alrededor de cinco personas, o ni siquiera llegará a esa cifra. Seguramente se perderá entre todas las demás, será una entrada entre otras mil. Lo más probable, es que las personas que se metan en el blog de Carlos la pasen  hacia arriba y ni siquiera se fijen en el título.

 

Lo que quería transmitir, es que imparto clases baratas a alumnos de primaria, si estáis interesados hacédmelo saber.

 

Guillermo G

¿Qué le pasó al asno de Buridán? (v2.0)

Odio cuando las cosas están incompletas. Un buen ejemplo es lo que me pasó el otro día. Estaba leyendo un libro de 300 páginas. Cuando estaba por el final ya veía que quedaba mucha historia para poco libro. Hasta que leí FIN. Era uno de esos libros que no acaban para “que tú elijas tu propio final”. No soporto que después de estar leyendo 300 páginas durante unas semanas y no haya pasado nada llegues, y cuando por fin estaban pasando cosas, se acaba el libro. No lo soporto.

 

El propósito de esta entrada no es contar mi vida ni informar sobre mis gustos. Esta tarde visitando la web de elasnodeburidan.wordpress.com me percaté de que hay una cosa incompleta. Hay una entrada que tiene título pero no cuerpo. Esta es la de ¿qué le pasó al asno de Buridán?

 

El asno de Buridán es una paradoja planteada por Jean Buridán. Un campesino tenía un asno al que le daba de comer todos los días. Le ponía dos cestos con heno de cantidades desiguales. El asno primero se comía el montón de mayor cantidad para luego comerse el segundo. Hasta aquí todo bien. Pero un día el campesino le puso dos cestos iguales: de igual tamaño, forma, olor, sabor, color… El asno, al no tener ninguna razón para elegir un cesto u otro, se murió de hambre.

 

Aristóteles, antes que Buridán, formuló una paradoja parecida. Trataba sobre un personaje que tenía mucha hambre a la vez que mucha sed. Estaba situado en medio de dos mesas. Una mesa estaba llena de bebidas mientras que la otra estaba llena de comida. Como no sabía si tenía más hambre que sed o viceversa no eligió ninguna y murió. Este pensamiento lógico racional se ha utilizado en juegos de estrategia o en la toma de decisiones. También es utilizado en informática cuando hay que tomar decisiones donde las dos opciones son similares.

 

Diego A.

 

 

Por lo que hay que pasar para beber agua en el comedor del Colegio Retamar

Lo primero de todo, y anterior a todo lo demás, es la cola para pasar a comer. Para algunos (la grandísima minoría) está bien. Está bien, básicamente, porque hay el suficiente tiempo para entablar una conversación de, fácilmente, unas dos horas con cada una de las personas a la espera para saciar su hambre; para leerse no solo las Meditaciones Metafísicas, de Descartes, sino que también el Discurso del Método y algún que otro libro de Lengua voluntario (del estilo de Morir bajo tu cielo, de Prada) o para echarte una siesta y que ya se te quiten las ganas de echártela en Química o en Religión, entre otras. De esto, si se aprovecha, se puede sacar un gran partido.

Mientras tanto, hay mucha gente que lo odia. Esto puede ser por varios motivos. Entre ellos destacan: el tener un mono que no se aguanta, el tener un hambre que pa qué, el tener un frío que te dé la sensación de tener muñones en vez de pies, o, sin más, odiar esperar.

Una vez has llegado a la puerta, estás totalmente expuesto a las críticas de uniforme de elEugenio (D. Eugenio Gracia),  o bien, a la posibilidad (bastante grande) de que el Hervás (D. Alfonso Hervás) te mande un afeitado solidario (a veces solitario, ya que el noventa por ciento de los que sufren este acontecimiento se lo fuman).

Cuando llegas a la barra, tienes dos opciones (seguramente la decisión que más importancia tenga en la vida de cada uno mientras esté en Retamar): ir a la derecha, donde te ponen lo que quieras de primero (hablando de cantidad) y el plato lleno de segundo o ir a la izquierda, donde te ponen un primer plato enorme y un segundo que, como la señorita suele ser nueva, te ponen lo que quieras. En función del día (si hay panga, paella, espaguetis, albóndigas, etc.) te vas a una u otra.

Si ya has cogido la comida pero te daba una pereza de morir y no has cogido la naranja de postre, la siguiente dificultad que te espera es pasar la primera entrada a la gran sala sin que te vea el Octavio (D. Enrique Octavio) sin el postre. Si no es tu caso, solo tienes que buscar una mesa (lo cual no es ninguna tontería).

Una vez sentado, lo que más te apetece es beber un vaso de agua. Si tienes jarra en la mesa, eres afortunado. Si la jarra incluso tiene agua, sírvete el primero porque no te va a pasar otra vez. Sin embargo, y de costumbre, si tienes agua pero no jarra, ajo y agua.

Por sorteo, o no, si te toca ir a llenar la jarra (o incluso coger una) tienes que ir a uno de esos grifos pegados a la pared del comedor. Una vez llena de agua la jarra y la chaqueta del que se sentaba al lado de los grifos, te vas a sentarte a tu mesa, solo para darte cuenta de que en tu vaso, misteriosamente, han aparecido tropezones de pan (o de otra cosa) y, por tanto te da asco beber y pereza levantarte otra vez a por un vaso.

Como conclusión, sacamos que, aunque hayas esperado todo el día para comer apaciguadamente en tu seca silla las delicias hechas en las cocinas de Retamar, no puedes. Nunca podrás y nunca pudiste. Otra vez, ajo y agua.

 

Borja D-G

El autobús

Hoy voy a hacer una lista de lo que veo desde el autobús de camino a casa. Allá va.

Un coche rojo, un camión, una “fragoneta”, una moto, un cartel de “compro oro”, un coche verde, un autobús de Retamar, un conejo, campo, el metro ligero, una rotonda, una torre de electricidad, otro autobús de Retamar, otra moto, un hospital…

A medida que me acerco a Torrelodones el paisaje cambia.

Campo, más campo, un jabalí, un carro… ¡anda un coche! Todavía más campo, una casa (sin electricidad no os emocionéis), una montaña, un habitante autóctono con su característica garrota, más y más campo… Por allí va Joaquín montando en bici… ,espera… ¿un perro? ¡Ah, no! Es un lobo. Un cazador, una posada, un establo, un “prao” con sus vacas, más campo, un castillo, dos hombres a caballo…

Creo que eso es un hobbit… ya estamos llegando a Mordor. Cuando veamos a Sauron solo queda girar a la derecha. Y ya estaría.

Rodrigo M.

¿Por qué no pensamos diferente?

Si consigues leer esta entrada no te hará falta estudiar para la selectividad.

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JUAN I.